NUEVA CAPILLA DE LA VIRGEN DE LOURDES EN EL PATIO DE LA PARROQUIA

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EL INCIENSO EN LA LITURGIA

        La liturgia es una experiencia accesible a los sentidos. No solo a la vista o al oído; también al gusto, tacto y olfato. El incienso, por ejemplo, hace posible que la alabanza a Dios comprometa este sentido corporal tan importante para la vida cotidiana, como decimos de un perfume o un buen guiso, ´´¡Qué bien huele!´´.


        En la liturgia se inciensa algunos objetos (altares, cruces, vasos sagrados, imágenes, los Evangelios…), remitiendo su último sentido a Dios. Mover el inciensario señalando los cuatro puntos cardinales es recordar el sacrificio de la cruz, causa de nuestra redención. Describir con él un círculo en torno a las ofrendas eucarísticas, es circunscribirlas con el sagrado aroma, signo del poder del Espíritu que las santifica y las transforma para nosotros en cuerpo y sangre de Cristo. Y cuando se inciensa a las personas en algunas misas solemnes y en las exequias reconocemos la dignidad de la persona como imagen auténtica de Dios sobre la Tierra.

        El incienso se convierte así en gesto de veneración que honra a quien lo recibe, recordándole, al mismo tiempo, que su esencia radica en ser criatura amada de Dios, cuya gloria está llamada a reflejar en todos loa ámbitos de la vida.