Queridos amigos,
Lola y José Ángel frente a la Catedral de Santiago |
Cuando nos apuntamos lo hicimos mayormente por nuestras hijas, nos hacía ilusión vivir esta experiencia desde la parroquia con ellas. Conforme se iba acercando la fecha nos entró “miedo”, finalmente Isabel no quería venir y tuvimos nuestras dudas con respecto a la forma de dormir allí… Gracias a la insistencia de Miriam y gracias sobre todo a Dios decidimos emprender lo que ha resultado ser una maravillosa aventura.
D.
Miguel ha repetido todo el tiempo, antes durante y después del camino que Dios
ha decidido por nosotros, y eso es exactamente lo que pasa siempre, lo que
ocurre es que se nos olvida. Si nos dejamos guiar por EL todo va bien.
Ahora
que hemos vuelto no paramos de decir que ha sido un viaje increíble, y es que
ha sido así, físicamente nos hemos cansado mucho y hemos podido ver hasta donde nos dan las fuerzas, con afán por
llegar a Santiago EL nos ha empujado cada día, y sobre todo hemos venido con
las pilas cargadas espiritualmente.
La
convivencia con los padres ha sido increíble desde el segundo uno, hemos
compartido como una verdadera familia, nuestros dolores, nuestras alegrías, y
todo lo material que estaba a nuestro alcance, que aunque no eran las
comodidades habituales, para nosotros era más que suficiente. En alguna ocasión
hemos dicho que así debía de ser en las primeras comunidades cristianas,…,
vendían lo que tenían y lo ponían todo en común (HC 4, 32-36).
La
organización ha sido perfecta, todo coordinado, nosotros con Julio, Valeri y
Coti al frente de las comidas, Teté que no dejaba a nadie atrás y hacía doble
camino que los demás, siempre animando. Sin dejar atrás a Javier y Esther, es
impresionante como no han dejado nada al azar. ¡Me maravilla su CONFIA en el
Señor!
¡Gracias
a nuestros sacerdotes!.
Las
catequesis nos han unido más y le han dado un sentido más espiritual al viaje.
Aunque
no nombremos a todos, si que están en nuestro corazón.
Ahora
nos toca continuar lo que Dios ha creado, para que sepamos ser luz en nuestro
mundo como verdaderos discípulos.
Un
afectuoso abrazo de José Ángel y Lola.