Alfonso Conesa y Maribel Hernández, familia peregrina en el Camino de Santiago 2018 con nuestra parroquia nos cuentan su experiencia.
Fue gracias a mis hijas, a
Maribel y sobre todo a Dios, conseguimos superar los obstáculos que nos
encontramos para llegar al punto de partida de esta peregrinación.
Isabel, Alfonso, Maribel y Ana en Santiago |
- El deseo de mi hija Ana de ver
a un prestigioso músico, que actuaba en Cartagena el mismo día de la partida
del viaje. Este punto fue fácilmente salvado ya que el resto de la familia le
dijimos que no le faltarían oportunidades para asistir a otro concierto (aunque
a ella no le convencía demasiado la idea).
- La participación de mi hija
Isabel para tocar con la Joven Orquesta Sinfónica de Cartagena, el mismo día de
salida del viaje. Esta circunstancia nos sobrevino con la reserva realizada
para el Camino, y todos teníamos un motivo para retirarnos. Aquí Maribel fue
decisiva para que eso no ocurriera, a pesar de no poder ver la actuación de
nuestra hija.
- Finalmente, todos decidimos que
mis hijas se quedarían y se incorporarían al Camino un día más tarde y nosotros
nos iríamos con el resto de los padres. El inconveniente que supondría que mis
hijas llegaran a Ferrol al día siguiente de nuestra partida se solucionó de la
mejor manera posible al conocer que se podrían ir con D. Miguel, que viajaba al
día siguiente en su coche.
- Las reticencias a realizar un
viaje en el que desconocíamos a la gran mayoría del grupo, dormir en una
colchoneta en albergues y pabellones (era nuestra primera vez), nuestras dudas
en cuanto a la convivencia del día a día, en el que nuestras hijas y
últimamente D. Miguel nos aleccionaron de que no sería un viaje turístico con
las comodidades habituales.
A pesar de todos estos pequeños
inconvenientes, Dios hizo su voluntad y nos indicó e iluminó para hacer esta
peregrinación con la parroquia.
Iniciado el viaje, pudimos comprobar tal como nos aseguró D. Miguel, que por muy liviano que fuese nuestro equipaje, por el Camino dejaríamos muchas cosas, unas del “San Decathlon” (quien nos hubiera dicho que no necesitaríamos chubasquero yendo a Galicia) y otras de nuestro interior. Hemos dejado atrás: prejuicios, pensamientos negativos, debilidades, vagueza, pereza, intolerancia, etc.
En esta peregrinación hemos aprendido que podemos hacer Iglesia en cualquier lugar. Que la Iglesia está donde estamos los hombres de Fe.
Las catequesis nos han ayudado a conocer el mensaje de Jesús y su padre, participando en libertad.
Hemos podido comprobar que orando y teniendo fe en Jesús puedes afrontar cualquier adversidad, por dura que sea, con mucha más fortaleza y determinación. Él nos indica el Camino a seguir y nos ayuda a seguir caminando.
También hemos comprobado que si hubiéramos tenido más comodidades a la hora de comer o dormir nos hubieran alejado del verdadero significado de esta peregrinación y de una convivencia más estrecha y enriquecedora con todos nuestros compañeros. En nuestro caso la austeridad ha sido un punto fuerte para la comprensión de la vida de Jesús y el encuentro con Él. No desviamos la atención en cosas poco importantes.
En definitiva, para nosotros, lo que en principio nos parecía “una larga excursión de 8 días y unos cientos de km de senderismo” se convirtió en una experiencia inolvidable donde hemos reforzado nuestra relación con Dios y la Iglesia, y hemos hecho un grupo de maravillosos amigos con los que esperamos seguir “caminando” juntos en esta andadura hacia las enseñanzas de Jesús.
Por último, quisiéramos agradecer y felicitar a todos los que han intervenido en la planificación, organización y ejecución de esta peregrinación: Teté, Coti, Valeri, Julio, María, Javier, Esther y, por supuesto, a los sacerdotes y catequistas. Simplemente, la organización fue excelente. Como si hubiera estado hecha por ingenieros y/o personas con una voluntad envidiable.
Hasta pronto y un fuerte abrazo,
Alfonso y Maribel