"Me parecía recibir un regalo urgente de Dios ya el primer día", Manuel Sánchez y Montse Arnaiz

Manuel Sánchez y Montse Arnaiz, matrimonio responsable del grupo de familias en la peregrincación parroquial Camino de Santiago 2018 nos cuentan su experiencia.


Creemos que todo el mundo, alguna vez en su vida ha pensado en hacer el Camino de Santiago. Nosotros al menos sí. Cuando la parroquia planteó hacer el Camino este verano uniendo jóvenes y padres, valoramos que con hijos mayores encontrar planes que gusten a todos es cada vez más difícil y que además, tendríamos pocas oportunidades de hacer una experiencia como esta con toda la familia. La estupenda organización del equipo de catequistas ya estaba demostrada en las actividades de los veranos de años anteriores y contar con los sacerdotes nos aseguraba la unidad con la Iglesia. Así que nos inscribimos de los primeros.

Pero ya con el equipaje viendo que no cabía nada, empezamos a pensar: “¿dónde nos estamos metiendo? Si además no conocemos a casi nadie…”. Estaba claro que iba a ser un “descanso no convencional”. A medida que se acercaba la partida nos fuimos arrugando, dudando si tendríamos fuerzas para resistirlo… ya no somos tan jóvenes... ¡Glup!  Al final nos mantuvimos firmes… más o menos.

Con el autobús llegamos a Ferrol para dormir en el pabellón de un colegio, con un solo lavabo para unos 50 chicos, pensábamos que no podíamos  estar más lejos de nuestra zona de confort. Pero no había escapatoria: nos habíamos puesto en manos de Dios y eso era lo único importante, confiar en su amor. Dios siempre ha cuidado de nosotros.

La primera jornada de Camino, entre Neda y Pontedeume, empezó llena de alegría: la foto en el kilómetro cero, un día radiante y la arenga del P. Miguel para orientar el alma en la peregrinación. Todo el grupo de padres era muy abierto y los gestos de amor recíproco fluían con naturalidad facilitando todo. Recuerdo especialmente el café en Pontedeume dónde juntamos varias mesas y charlando de lo divino y lo humano, de golpe cayeron todos los miedos y me vi rodeado de gente encantadora. Acabábamos de conocernos pero sentí que empezaba una amistad con todos ellos. Me parecía recibir un regalo urgente de Dios ya el primer día.

Ese día llegaron los sacerdotes y por la noche el P. Miguel celebró una misa muy bonita. Al darnos la paz ya no éramos extraños, éramos hermanos. hemos formado una familia, una comunidad como la de las primeros cristianos: "mirad cómo se aman, están dispuestos a dar la vida los unos por los otros" Y dar la vida en el camino es caminar con el otro, escuchar al otro, pararse cuando uno no puede más, darle agua, comida, ceder el sitio, curar al que tiene heridas, escuchar con el alma y hablar de Dios, porque puedes palpar su presencia: "Dónde dos o más están unidos en su nombre, yo estoy en medio de ellos" Y Dios da paz en el alma. Esto es lo que ahora tenemos y con lo que no contábamos.

Los días siguientes fueron físicamente exigentes y llegábamos justitos de fuerzas al fin de la etapa. Hay que ver las paradas de avituallamiento tan suculentas que nos preparaban Julio y Valeri. ¡Qué rico todo! Nos cuidaban con mimo, sin ellos no lo habríamos conseguido. En todo lo que nos preparaban veíamos el amor de Dios que nos cuidaba paso a paso en el Camino.

Durante el camino nos hemos reído a carcajadas y hemos descansado como en las mejores vacaciones. Y también hemos estado en silencio. A veces caminando no parabas de pensar cómo los primeros peregrinos iban solos por esos lugares, sólo porque habían encontrado un Tesoro por el que merecía la pena todo. Muchos conseguirían llegar y otros seguramente no. Pero una vez que sabes cuál es el tesoro, ni un esguince, ampolla, quemadura, etc te puede impedir que sigas viviendo así. Parecía que  Dios nos estaba pidiendo un cambio de prioridades y compromisos.
Todos los días rezábamos Laudes, pero el primero me causó una impresión fuerte. Esther explicaba los salmos y me di cuenta que la Iglesia tiene una historia que es importante conocer para entender. En el camino la hemos ido conociendo a través de los rezos de Laudes y de las catequesis.

Las catequesis han sido todas profundísimas y en ellas se hablaba con libertad. ¿Qué ha hecho Dios hoy en cada uno de nosotros? Estas experiencias contadas a los demás nos han hecho familia. No hay casualidades para un cristiano, la experiencia tan profunda que se ha hecho en el Camino, nos hace pensar que Dios tiene planes para nuestra parroquia de San Fulgencio.

Renunciamos a muchas comodidades y hemos comprobado, como dice el profesor de economía Luigino Bruni, que la "pobreza elegida" construye la fraternidad entre nosotros.

Queremos agradecer a todos los que han hecho posible el camino, el P. Miguel, Javier y Esther, Teté y Coty, Julio y Valeri, y a todo el grupo de padres y catequistas, porque han testimoniado en su día a día la presencia constante de Jesús y que vivir así es posible.

Todo ha sido un regalo, una fiesta. ¿Cómo no vamos a echaros de menos?
Tenemos que seguir viéndonos porque creemos que la comunidad que ha nacido viene de Dios. Una familia con la que queremos hacer nuevos proyectos para dar a conocer al mundo que Dios es Amor.

¡Contar con nosotros!

Un abrazo. Manuel y Montse.